Autor: David Suazo J.
Introducción
El comienzo del siglo XXI y del tercer milenio de la Era Cristiana encuentra a la Iglesia Cristiana alrededor del mundo en una situación muy semejante a la del primer siglo, cuando surgió la Iglesia, en el tema de las religiones. Hoy, como entonces, la Iglesia se ve a sí misma como una entre muchas opciones religiosas al alcance de la gente. Aunque hay muchas similitudes entre ambas situaciones, también hay diferencias notables. El mundo del primer siglo, con todo y la gama de religiones, no era un mundo pluralista como lo es el nuestro ahora. Las personas no tenían las opciones religiosas como se tienen ahora, al menos en el mundo occidental.
En todo caso, conocer algo del mundo del primer siglo y cómo la Iglesia Cristiana hizo su tarea evangelizadora en aquél ambiente, sí es útil, porque da principios para la tarea evangelizadora de la Iglesia en toda época y lugar. Además, conviene dar un vistazo a la manera en que el cristianismo se fue tornando más y más hegemónico en la sociedad, al grado de que el pluralismo religioso dejó de ser una realidad en el mundo occidental, hasta finales del siglo XX en que de nuevo se nota ese pluralismo religioso tan similar al del primer siglo. ¿Cómo enfrentó la Iglesia Primitiva su realidad religiosa? ¿Cómo la debe enfrentar la Iglesia contemporánea? ¿Es la hegemonía la respuesta, así como lo fue en la Edad Media? ¿Debe el Estado, de alguna manera, favorecer o proteger al cristianismo, como lo hizo en el pasado? Estas y otras preguntas servirán de trasfondo a la reflexión que sigue.
La Evangelización en el primer siglo
La Iglesia Primitiva empezó su labor evangelizadora en medio de rechazo, oposición, hostilidad e incluso violencia. Los obstáculos para la evangelización provenían de diversas fuentes: 1) el judaísmo; 2) el Imperio Romano en lo político y en lo religioso; 3) las religiones paganas; 4) los intelectuales; y 5) las desviaciones dentro del propio cristianismo.
Las páginas del Nuevo Testamento narran varios momentos en que la evangelización enfrentó fuerte oposición de parte de las religiones paganas de aquel entonces. El apóstol Pablo fue quien más directamente entró en esta confrontación. También se narra la confrontación de los apóstoles con el judaísmo, lo cual produjo el primer mártir cristiano (Esteban, Hechos 7:54-8:1). No cabe duda que la Iglesia Primitiva se vio inmersa en un mundo de pluralismo religioso en el primer siglo, que incluso se vio reflejado dentro de la Iglesia misma.
La Iglesia hizo su tarea evangelizadora de diversas formas. El propio Apóstol Pablo no actuó de la misma manera en las diferentes situaciones que enfrentó. Sin embargo, parece que sí hay elementos comunes que enfatizaban la singularidad de la fe cristiana. La reacción de los judíos y de los paganos era violenta en varios casos, precisamente, porque entendían que Pablo estaba rechazando su religión y colocando en su lugar al cristianismo, como algo único, singular y superior. Pablo y sus colegas fueron llamados “alborotadores” (Hechos 16:20), “que han trastornado el mundo entero” (Hechos 17:6), precisamente porque estaban enseñando cosas contrarias a las costumbres de las gentes. Pablo no evitó que los hechiceros de Efeso (Hch. 19:18-20) quemaran sus libros de magia. A ojos de un bien intencionado cristiano de principios del siglo XXI esto podría ser interpretado como demasiada intolerancia, falta de sensibilidad cultural, falta de apertura al diálogo, etc. Más bien parece que el resultado de la confrontación fue un cambio radical. Es cierto que el discurso de Pablo varió, dependiendo de sus oyentes, pero el resultado era el mismo: se señalaba el error del paganismo y se realzaba la verdad del cristianismo. Los oyentes aceptaban o rechazaban lo que se les decía. No se ve diálogo interreligioso, aunque Pablo se acercó a los filósofos atenienses como si quisiera ese diálogo, pero solamente como punto de partida para dar su mensaje inequívoco de la singularidad del cristianismo. ¿Debe la Iglesia Cristiana ser más tolerante hoy que en el primer siglo? ¿Ha habido cambios en las religiones del mundo? ¿Ha habido cambios en la Iglesia Cristiana? ¿Es la mentalidad del mundo hoy diferente a la mentalidad del mundo en el primer siglo? La Iglesia Cristiana hoy enfrenta una situación un tanto diferente a la del primer siglo. Al menos en el mundo occidental, la oposición no es violenta, ni produce mártires. Hoy se espera que todos sean más tolerantes, lo cual produce no pocos problemas a los cristianos cuando evangelizan, porque la evangelización va a confrontar toda religión y va a subrayar la supremacía del Evangelio de Cristo y de la Biblia.
La evangelización en la Edad Media
Cuando la Iglesia Cristiana dejó de ser perseguida y se transformó en la religión oficial del Imperio Romano, casi todo cambió, incluso la relación con las religiones paganas. La iglesia oficial se impuso por la fuerza, marginando, desplazando y persiguiendo al resto de religiones, al amparo del Imperio. Esta situación se prolongó por más de un milenio. Fue tanto el domino y la hegemonía que la Iglesia ejerció en la sociedad medieval que, prácticamente Iglesia, cultura y religión eran la misma cosa.
Muchos historiadores modernos ven la Edad Media como una época de oscurantismo, de atraso en el desarrollo de la cultura occidental, de intolerancia, de anti intelectualismo y anti cientifismo, precisamente por causa del papel hegemónico que jugó la Iglesia Católica Romana. No todo es tan malo en esa época. Hay grandes avances en la educación, en las ciencias, en el arte, en la literatura, pero es cierto que el dominio ejercido por la Iglesia produjo una sociedad cerrada y temerosa de las ideas nuevas. Todo lo que no se ajustara a la visión “cristiana” oficial era considerado herejía. Con esa mentalidad es fácil entender el rechazo que hubo de parte de la Iglesia a las ideas de la Reforma Protestante del siglo XVI, ya no se diga de las ideas y prácticas de religiones no cristianas. Prácticamente no hubo contacto con las religiones no cristianas, excepto unos pocos contactos con los musulmanes y con los judíos, pero desde la perspectiva ya descrita arriba.
Se puede decir que la sociedad europea vivió en un ambiente religioso único durante más de mil año, lo cual produjo una mentalidad cerrada, centrada en sí misma, tanto que ni siquiera hubo esfuerzos misioneros a gran escala.
Aunque algo de esa mentalidad cambió con la Reforma Protestante, en general el mundo occidental veía las demás religiones como algo lejano, geográfica y teológicamente. Esa ya no es la mentalidad hoy en día, ni del mundo, ni de la iglesia.
Influencia de la Reforma Protestante y de la Ilustración
El mundo moderno debe su mentalidad a dos movimientos importante: la Reforma Protestante y la Ilustración. Por el lado religioso, la Reforma Protestante del siglo XVI abrió la mentalidad de la sociedad europea a la diversidad religiosa. Ese movimiento produjo un cambio radical en el mundo de aquel entonces. Por más de mil años la sociedad europea había sido monolítica, uniforme, controlada básicamente por la Iglesia Católica Romana. Sin embargo, a partir del siglo XVI eso cambió. Aunque seguía habiendo bastante intolerancia hacia otras religiones, incluso en los países protestantes, la realidad se había diversificado, se había pluralizado, para usar términos contemporáneos. Se puede decir que la Reforma Protestante es responsable de su propio decaimiento al abrir la mentalidad de la gente, al dar libertad de disentir, de objetar, de pensar diferente. Eso se vio plasmado en el movimiento intelectual, llamado comúnmente Ilustración.
Por el lado intelectual, la Ilustración abrió el camino para las ciencias, las letras, el arte, independientes de la religión. La declaración de las libertades fundamentales del hombre en la Revolución Francesa del siglo XVIII condujo a una cada vez mayor tolerancia hacia las ideas diferentes, incluso en materia religiosa. No es de extrañar que los filósofos de la Ilustración y, posteriormente los mismos teólogos, pusieran en duda la veracidad de la fe cristiana, su singularidad y su supremacía sobre las demás religiones. Se puede decir que, a partir de la Ilustración, el mundo moderno es un mundo pluralista. El pluralismo es inseparable de la modernidad y ahora de la postmodernidad. La Iglesia Cristiana, en sus diferentes expresiones, desde entonces, ha tenido, que vivir en compañía de ideas, personas e instituciones que no son cristianas. Ha tenido que aprender a tolerarlas y a refutarlas en la arena de la argumentación racional.
La Postmodernidad
Desde hace unos años el tema de la postmodernidad se ha venido estudiando como un movimiento que permea la sociedad occidental de manera directa y las demás sociedades de manera indirecta. La Iglesia Cristiana no es ajena a este fenómeno, ya que también la afecta y la desafía. Uno de los componentes más importantes de la postmodernidad es, precisamente, el pluralismo religioso, el cual combina factores tales como el movimiento de la Nueva Era, el resurgimiento de las religiones indígenas alrededor del mundo, la ecología y el interés en el medio ambiente, la decadencia del cristianismo en Occidente y el aumento de los movimientos misioneros en el Tercer Mundo. No es el propósito de esta ponencia estudiar la postmodernidad, ni el pluralismo religioso en sí, sino la tarea de la Iglesia en ese contexto. Hay muchos estudios que se han hecho para analizar este fenómeno, algunos de los cuales los remito para mayor profundización.
La Evangelización en el contexto del pluralismo religioso
La Iglesia Católica Romana ha tomado el desafío de la re evangelización de América Latina, debido a la proliferación de los que ella llama “sectas” protestantes y debido también en parte al resurgimiento de las religiones autóctonas entre las etnias del continente. La última exhortación apostólica del papa, llamada Ecclesia in América resume esta preocupación, particularmente el capítulo VI: “La misión de la Iglesia hoy en América: la nueva evangelización”.
Algo similar está sucediendo en las iglesias evangélicas. Hay necesidad de una nueva evangelización al interior de las iglesias y al exterior de las mismas. Sucede que las iglesias evangélicas han evangelizado siempre. Se han mostrado activas, dinámicas y agresivas en la evangelización, solamente que ahora hay nuevas realidades, nuevos desafíos, uno de los cuales es el pluralismo religioso, visto tanto en el arribo de religiones orientales (Islam, Hare Krisna, Budismo, etc.) como en el resurgimiento de las religiones autóctonas de los indígenas del continente.
Una situación que ha existido en el continente desde la llegada de los españoles es el sincretismo entre el catolicismo romano y las religiones indígenas, lo cual se ha dado en menor escala en el protestantismo. El cristianismo occidental ha estado acostumbrado a ser, si no la única, al menos, la religión oficial o la mayoritaria. En todo caso, en América Latina, el cristianismo, en cualquiera de sus expresiones, ha sido y sigue siendo la religión dominante. Esta realidad no deja ver con objetividad el derecho que otras religiones tienen de establecerse y expresarse en el continente.
Se ha argumentado en varios países latinoamericanos que el Estado debería prohibir la proliferación de sectas, cultos y otras religiones ajenas al contexto y proteger así a la religión mayoritaria, a la usanza de antaño. En América Latina, prácticamente ningún Estado prohibe las diferentes manifestaciones religiosas, a menos que atenten contra las leyes y principios de ese Estado. En otras palabras, el pluralismo religioso llegó para quedarse. En años recientes varios países latinoamericanos han modificado su constitución política para reconocer el carácter pluricultural, plurilingue y plurireligioso de sus sociedades. Esto, claro está, incluye las religiones, o las expresiones religiosas de los indígenas americanos, así como otras expresiones religiosas que han llegado a establecerse en este continente. Ni la Iglesia Católica Romana, ni las iglesias protestantes deben esperar protección gubernamental para el desarrollo de sus prácticas religiosas.
La evangelización, entonces, es una tarea que se hace y se seguirá haciendo en un contexto de pluralismo religioso. Hay que empezar por reconocer esta realidad. Los evangélicos ya no están evangelizando solamente católicos, sino adeptos de otras religiones. El interlocutor clásico de los evangélicos ha sido el católico. Aunque en la mayoría de casos esto sigue siendo verdad, ahora hay que tomar en cuenta el auge de las religiones indígenas, la presencia de religiones orientales, la influencia de la Nueva Era, sobre todo en los medios masivos de comunicación y en la industria del entretenimiento.
En el mundo intelectual de la cultura occidental hace ya tiempo que se ha abierto espacio para la pluralidad religiosa y para el diálogo interreligioso. Es más, varios autores contemporáneos acusan al cristianismo de intolerante y de resistirse a reconocer verdades en otras religiones. Sin embargo, el mundo más religioso y conservador del cristianismo todavía no ha abierto espacio para la pluralidad religiosa. Hay cierta incomodidad en el pluralismo religioso que tiene que ver con esa idea del siglo XIX de que el cristianismo dominaría todo el mundo, lo cual no se ve todavía. Más bien se ve auge de viejas religiones y el aparecimiento de nuevas.
Una forma de acercarse a esta nueva realidad tiene que ver con actitudes. Se propone un acercamiento abierto y positivo, en vez del temor y el ataque. Es normal que los evangélicos evangelicen a los católicos, atacando sus creencias y prácticas. Así ha sido por décadas. Esa forma de evangelización se traslada automáticamente a la evangelización de personas de otras religiones, solamente que en este caso, hay más ignorancia de las creencias y prácticas de esas religiones. En todo caso hay ataque y temor. Se habla de un acercamiento más abierto y positivo en el sentido de que a los cristianos en general y a los evangélicos en particular, les hace mucho bien conocer y tratar de entender las demás religiones. Hay ideas acerca de Dios, acerca de la naturaleza, acerca del hombre y acerca de otras realidades en las religiones que conviene conocer, evaluar y asimilar, si fuere necesario. Las nuevas religiones están desafiando las concepciones cristianas tradicionales, las cuales han sido fuertemente influidas por el pensamiento racional a través de los siglos. Por ejemplo, “los nuevos movimientos religiosos y las grandes religiones orientales nos invitan a redescubrir una visión ecológica del mundo, en la cual ‘los derechos de la tierra’ son tan importantes como los derechos humanos”. Además, está el tema de la integralidad del ser humano, la cual es muy común en la perspectiva de muchas religiones, incluyendo las religiones autóctonas de la América indiana. Este concepto es más cercano al concepto bíblico del hombre que al concepto dicótomo (cuerpo-alma) del mundo cristiano occidental. Lo mismo se puede decir del excesivo pragmatismo que rodea la vida cristiana occidental, en contraste con el valor del silencio, la meditación y el uso razonable de los recursos naturales.
Otro acercamiento a la evangelización en el contexto del pluralismo religioso es el apologético, tal y como fue en el siglo primero y lo ha sido a través de los siglos. En honor a la auténtica identidad cristiana, la Iglesia debe mantenerse vigilante de cara a esta multiplicidad de creencias, las cuales son a menudo esotéricas y sincretistas. El deseo de dar un lugar prominente a la experiencia , al sentimiento y a la convivencia inmediatas ha abierto la puerta a las creencias más diversas e irracionales. El Evangelio está llamado a desenmascarar estos y otras desviaciones de lo sagrado y religioso. No se tiene que atacar individuos para poner al descubierto los excesos de movimientos como la Nueva Era con su énfasis en el bienestar personal y la auto exaltación, que rayan en una salvación inmamentista basada en ejercicios físicos y mentales, totalmente ajena a la salvación bíblica basada en la gracia Dios y en la total dependencia de Dios. La evangelización apologética no significa atacar e insultar personas, sino poner en evidencia los errores de estas creencias y exaltar la verdad del Evangelio.
Un tercer acercamiento es más cultural, es decir, tomar en cuenta las maneras de expresión que los diferentes grupos humanos y culturas tienen y que se hacen evidentes en las prácticas religiosas. Por ejemplo una cosa es cuestionar el concepto maya de la tierra, considerada casi como diosa, y otra muy distinta es aceptar la forma en que los mayas expresan su espiritualidad, a través de símbolos y ceremonias relacionados con la tierra. Es posible ser auténticamente maya o quechua o aymara o guaraní y cristiano al mismo tiempo. Los estudios antropológicos, realizados por cristianos y por no cristianos, muestran cómo la fe cristiana puede enraizarse en cualquier cultura sin, destruirla. Al contrario, la afirma, le da un carácter más auténtico, y la revitaliza. La evangelización no tiene que reñir necesariamente con costumbres y prácticas de las culturas indígenas. Las iglesias de países con alto porcentaje de población indígena como Guatemala, Ecuador, Perú y Bolivia presentan altas concentraciones de indígenas evangélicos. Es más, en algunos casos, los indígenas representan la mayoría de los evangélicos del país y las iglesias más pujantes. Es cierto que en el pasado se ha rechazado las formas de expresión de los indígenas como algo “pagano”, pero poco a poco se ha ido aprendiendo a respetar esas expresiones y a aceptarlas como una forma natural, perfectamente compatible con la fe cristiana. Este acercamiento también es aplicable a otras religiones y a otras regiones identificadas culturalmente con alguna religión en particular, tal es el caso del islamismo, del hinduismo y del budismo. Es seguro que las formas de expresión de la espiritualidad cristiana será diferente entre los de tradición musulmana, que entre los de tradición hindú y que entre los cristianos occidentales. Esta es una realidad que debemos reconocer y aceptar.
Conclusión
Hemos dado un vistazo a la historia de la Iglesia y su tarea evangelizadora, en relación con las otras religiones. También se ha analizado un poco de la situación contemporánea y la compleja realidad que hoy vive la Iglesia Cristiana. Lo que más desafía a la Iglesia Cristiana hoy en día es, precisamente, el pluralismo religioso. La situación contemporánea de multiplicidad de creencias no debe dirigirnos a la indiferencia , ni al relativismo, sino que puede ser vista por la iglesia como un desafío positivo.
La Iglesia está obligada a repensar su tarea evangelizadora, no en el sentido de cambiar el mensaje, sino las maneras de entregarlo. La Iglesia también debe hacer un autoexamen para descubrir si todavía hay actitudes incorrectas hacia otras culturas y creencias y si es necesario cambiarlas para poder entregar el mensaje del Evangelio de una manera más efectiva. La tarea evangelizadora sigue siendo prioridad para la Iglesia, solamente hay que ajustar los mecanismos y métodos para llevarla a cabo.
Fonte: http://ekeko2.rcp.net.pe/fratela/clade4/david.htm
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